viernes, 31 de agosto de 2007

Ráfagas de felicidad

Rivera Letelier escribe sobre el desierto, mientras el desierto sigue escribiendo sobre él. Las calles polvorientes de Antofagasta se arremolinan en torno a sus ojos oscuros, el eco de las minas aún resuena en su voz y sus dedos se retuercen como hierros cansados.

En esta videoentrevista, el chileno cuenta cómo pasó "de proletario a propietario" y asegura que "no se extraña la explotación" de los tiempos en que trabajaba en las salinas. Pero además explica por qué la escritura cambió su vida y le permitió adueñarse de su tiempo y sus "ráfagas de felicidad".


lunes, 27 de agosto de 2007

El Fantasista - Hernán Rivera Letelier

A la hora de la siesta, mientras "un sol de sacrificio fundía los ánimos de todo lo que respirara sobre la faz de la tierra", los vecinos de la salitrera Coya Sur en el desierto de Atacama vieron llegar a un hombre que caminaba "con la actitud y la pachorra de un crack".

El Fantasista llevaba bajo el brazo una pelota blanca con la que encadilaría al pueblo entero. Nadie había visto jamás algo semejante. Ese hombre era capaz de pasar horas haciendo "jueguito" sin dejar que el balón rozara el suelo. A una semana de la gran final contra sus eternos rivales, los Cometierra de la salitrera María Elena, los hombres y mujeres de Coya Sur han encontrado al "Mesías de la pelota blanca" y no van a dejarlo escapar.

Tal como establecen las reglas de la industria, el pueblo desaparecerá con la salina y sus habitantes se dispersarán por otros campamentos, donde un mismo sol incandescente se ocupará de resecar sus pieles y orear sus almas. Cuando termine el partido de despedida, el desierto volverá a devorar la plaza, el rancho, los recuerdos. Las lápidas del cementerio con sus flores de papel quedarán cubiertas por el polvo.

Entretanto, los coyinos se agitan con la urgencia de saldar cuentas pendientes. Por eso el Tuny Robledo -tímido conductor del equipo- apura su debut con la hija del presidente de la asociación de fútbol, "que cagaba hostias y meaba agua bendita", en el atardecer interminable del último sábado. Por eso el Choche Maravilla promete tres goles, uno por cada polvo que le robó a la gorda bizca, bajo el arco local, en la noche anterior al partido. Por eso el California se escapa con la colorada compañera del Fantasista y le hace recordar todo lo que había olvidado, mientras el Mesías revela por qué no nació para jugar y sólo puede hacer malabares con la pelota. Por eso el hermano Zacarías Ángel vocifera en la calle principal que el pueblo será arrasado a fuego y azufre como Sodoma y Gomorra. Por eso alguien susurra en la sombra del bar su última voluntad antes del fin del mundo: "¡Con tal qué el vino no se convierta en agua nomás, hermanito!".

Rivera Letelier nació en Atacama y trabajó como minero por más de treinta años. Escribía para despuntar el vicio en las interminables noches de la pampa blanca. Jamás se animó a confesárselo a sus compañeros porque "tenía miedo que creyerán que era maricón". Entonces comparaba sus poemas con los de Neruda o los de Octavio Paz y se decía en voz baja "¡Cuánto te falta, huevón!".

Un día, su novela La Reina Isabel cantaba rancheras se quedó con los principales premios literarios de Chile y la industria editorial encontró un nuevo working class hero para explotar. Pero el hombre de la salinas les hizo una finta digna del Fantasista, esquivó los mullidos sillones de los hoteles cinco estrellas y metió una segunda novela, Santa María de las flores negras, en la que relata la matanza de cerca de tres mil hombres, mujeres y niños en una escuela de Iquique, tras la gran huelga de los salitreros en diciembre de 1907. "Tenía que hacer algo por los obreros", explicó, por si quedaba alguna duda.

Ficha
El Fantasista
Hernán Rivera Letelier
Editorial Alfaguara
2007
Precio: $29

Para leer

domingo, 19 de agosto de 2007

Rizomas


Dos films se realizaron hasta ahora a partir de las novelas de Barnes. El primero fue Love,etc, una producción francesa que no tuvo mucha repercusión. Sin embargo, se estrenó en España bajo el nombre de Amor y demás y todavía puede conseguirse en algunos tugurios de la red.

La segunda película, Metroland, llegó a la Argentina en 1999 y muestra a un Christian Bale (American psycho, El maquinista) casi irreconocible. Su pareja es la inglesa Emily Watson (Las cenizas de Ángela, El cadáver de la novia).

El encargado de componer la banda de sonido fue Mark Knopfler, ex líder de Dire Straits y eslabón perdido entre Keith Richards y Brian May. Pero además, como para seguir con el rizoma, Knopfler armó su propio video a partir del corte de difusión, también llamado Metroland.


Conseguí el disco completo hace un par de semanas y debo admitir que es bastante desparejo, pero tiene algunas joyitas como un tema de Elvis Costello y el histórico Sultans of swing de los Straits. Ideal para un domingo de cielos anaranjados.

Para escuchar:

sábado, 11 de agosto de 2007

Antes de conocernos - Julian Barnes

Back to London. Esta vez, con una novela que no se parece a nada y que vibra en esas zonas grises de lo humano por las que Barnes nos guía con sutil experiencia. Palabras elegidas con extrema cautela, ritmos y climas que se suceden en contrapunto y un irresistible aroma a biblioteca bien recorrida componen una prosa obsesiva que se convierte en el mejor registro para hablar, precisamente, de una obsesión.

Graham Hendrick es un académico prestigioso, un historiador medido y poco afecto a las pasiones. Un caballero que jamás tuvo en sus planes perder la cabeza. Hasta que un día decide poner en juego todo su expertise para investigar el pasado de su propia pareja. Y a partir de ese momento la vida, como alguna vez le dijera Borges al propio Barnes, se convierte en una maldita cosa detrás de otra.

La curiosidad y el rigor académico se ponen al servicio esa anomalía del amor que todos sufrimos alguna vez: celos retrospectivos. ¿Quién eras? ¿Qué hacías antes conocernos? ¿Cómo pudiste? y, por lo tanto, ¿Cuándo vas a volver a mostrar la hilacha? Las preguntas aguijonean, cada gesto se vuelve un mal paso de comedia y el horror llega por decantación, como la previsible confirmación de una profecía autocumplida.

En el núcleo de la historia baila la imposibilidad de salvarnos de nosotros mismos, de nuestra propia neurosis. En el centro del laberinto está el regodeo por nuestra propia mediocridad, por demostrarnos hasta qué punto somos capaces de destrozar lo más hermoso que nos ha pasado.

Desde la esquina de enfrente de Abbey Road, Barnes tararea All you need is blood y se pierde entre las brumas de una cama matrimonial, al oeste del Támesis.

Imborrable: el final de la fiesta en la casa de Graham y Ann, cuando él rompe la ventana con un rastrillo.

Ficha:
Antes de conocernos
Julian Barnes
Editorial Anagrama
1997
Precio: $22

Para leer:

jueves, 2 de agosto de 2007

El arte de combinar 28 caracteres


"Lo único que sé hacer es escribir", jura Fresán y cuenta algo de ese viaje que realizó a la velocidad de las cosas, desde la redacción de Cuisine e Vins hasta el trono de la "joven literatura argentina" de principios de los '90.

La relación con los libros y el fascinante proceso de combinar 28 caracteres atraviesan una voz en la que ya se adivinan ciertos tonos y desvelos que aparecerán, tiempo después, convertidos en obra. Pero todavía nada de eso ha pasado. Es temprano, como siempre, y el futuro puede tomar casi cualquier forma.

El audio corresponde a un fragmento de la entrevista realizada por el entonces periodista -hoy gerente y empresario de medios-, Jorge Lanata, en su viejo programa de radio Hora 25, que salía por Rock & Pop y habitaba mis trasnoches a la vuelta del secundario.