miércoles, 30 de julio de 2008

Rebelión en la blogósfera

A partir del próximo 9 de agosto, los diarios personales de George Orwell se publicarán en un blog, respetando el orden y la frecuencia de los originales. Cada día aparecerá la nota correspondiente a esa misma fecha, escrita 70 años atrás. La idea está a cargo de los organizadores del famoso Orwell Prize -el reconocimiento británico a los mejores escritores y periodistas políticos- e incluye material de los diarios domésticos, pero también de los apuntes políticos del autor de 1984.

El cabezal que armó la gente de Orwell Prize para difundir el blog.

Los diarios se extienden desde 1938 hasta 1942. Por lo tanto, el blog deberá actualizarse permanentemente hasta el 2012. Allí podrán leerse las percepciones de Orwell respecto del avance del nazismo y el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Además, es posible suponer que las primeras entradas del blog estarán impregnadas por la particular situación del autor hacia 1938. El año anterior, mientras participaba de la guerra civil española en las filas del anti estalinista POUM, Orwell recibió un disparo en el cuello. Poco después se trasladó a Marruecos, donde vivió durante seis meses mientras se recuperaba de aquella herida.

Al mismo tiempo, el POUM fue declarado ilegal por el Partido Comunista español. Perseguido por el propio gobierno republicano, el movimiento conducido por Andreu Nin se acercó a los sectores anarquistas herederos de Durruti. En junio de 1937, Nin fue capturado por agentes de Stalin, torturado y asesinado. Parte de esta experiencia de Orwell en España aparece en el célebre Homenaje a Cataluña y seguramente se refleja en las observaciones apuntadas en los diarios.

Habrá que esperar al sábado 9 para que empiece a revelarse la incógnita. Pero hay algo de lo que no tengo dudas: el blog de Orwell va a ser más actual que muchos otros, escritos en riguroso presente.

jueves, 24 de julio de 2008

Cuadernos del desasosiego

La Biblioteca Nacional de Portugal acaba de digitalizar y subir a la web veintinueve cuadernos de Fernando Pessoa en los que pueden leerse apuntes, poemas, notas domésticas y hasta juegos con palabras en diferentes idiomas.



Los heterónimos, esas múltiples personalidades que lo volvieron único, habitan también en cada una de las libretas. La colección está dividida en dos partes: por un lado se presentan los cuadernos firmados por el propio Pessoa, por el otro, aparecen los de su alter-ego Alberto Caeiro.

Como lo hizo con Ricardo Reis, Álvaro de Campos y muchos otros heterónimos, Pessoa también trazó una biografía de Caeiro. Este "maestro", que siempre me ha recordado al Astrólogo de Los siete locos, es quien llega para rescatar al poeta de las dudas y el misticismo en marzo de 1914. Ese mismo día Pessoa/Caeiro escribe más de treinta poemas de corrido, los cuales forman parte de uno de los cuadernos hoy digitalizados: O guardador de rebanhos.



Caeiro es el poeta de las sensaciones, desprecia todo simbolismo y es el único heterónimo que no escribió prosa. Según Reis (sí, en el universo Pessoa un heterónimo puede definir a otro ¡y criticarlo!) "la vida de Caeiro no puede narrarse pues no hay en ella más que contar. Sus poemas son lo que hubo en su vida. En todo lo demás no hubo incidentes, ni hay historia".

La frase recuerda otro escrito del portugués que Luis Eduardo Aute transformó en canción: "El mundo es lo que a él traemos / todo existió porque existí/ hay porque vemos / ¡Y hay mundo porque yo lo vi!".

Para mí, pensar en Pessoa sigue siendo pensar en fragmentos. Múltiples cristales rotos a los que jamás les preocupará recuperar la unidad. Cada uno de ellos lleva en sí un reflejo, la promesa de una luz infinita. Este fragmento de Escrito en un libro abandonado en un viaje lo define entero:


"Tengo el cansancio anticipado de lo que no voy a encontrar. Si en determinado momento me hubiera vuelto para la izquierda en lugar de para la derecha. Si en cierto instante hubiera dicho sí en lugar de no, o no en lugar de sí. Si en determinada conversación hubiese tenido frases que sólo ahora en el entresueño elaboro. Si todo esto hubiera sido así hoy sería otro y quizá el Universo entero sería insensiblemente llevado a ser otro también. Pero sólo ahora lo que nunca fui ni seré me duele. Voy a pasar la noche a Sintra porque no puedo pasarla en Lisboa pero cuando llegue a Sintra me va dar pena de no haberme quedado en Lisboa. Siempre esta inquietud sin resolución, sin nexo, sin consecuencia. Siempre, siempre, siempre. Esta angustia excesiva del espíritu por nada. En la carretera de Sintra, o en la carretera del sueño, o en la carretera de la vida. A la izquierda hay una casucha al borde de la carretera. A la derecha, el campo abierto con la luna a lo lejos. El auto que parecía hace poco proporcionarme libertad es ahora algo en lo que estoy encerrado. A la izquierda, hacia atrás, la casucha modesta. La vida allí debe ser feliz sólo porque no es la mía. Si alguien me ha visto desde la ventana de la casucha soñará: ese que va en el auto es feliz".


Para leer:

martes, 22 de julio de 2008

Cuentacuentos

El viernes en Eterna cadencia se presentó Cuentomilibro.com. La idea de este videoblog es que distintos autores expliquen de qué va su nuevo libro por medio de un video que se puede copiar, descargar o compartir a través de las famosas "redes sociales".

Por ahora el sitio cuenta con unos treinta videos y la idea es incorporar tres piezas nuevas cada semana. De concretarse esa frecuencia de actualización, Cuentomilibro se puede transformar en un recurso interesante al que no le faltará apoyo de parte de las grandes editoriales. Eso sí, esperemos que el antropófago mercado del libro local no devore la iniciativa para terminar ofreciendo lo mismo de siempre en un nuevo formato.

Hasta hace poco, el único recurso similar era la Audiovideoteca de escritores del Gobierno de la Ciudad, pero cayó en las garras de Maurizio y el Guasón, como ya comentamos en su momento.

Entre los que se animaron a abrir el fuego en Cuentomilibro aparece Martín Kohan con Ciencias morales.



También me sorprendió encontrar a Rodolfo Rabanal, ex Subsecretario de Cultura durante el gobierno de Raúl Alfonsín -todo tiene que ver con todo-, y autor de la delicada novela Cita en Marruecos. En este caso habla de su último libro de ensayos, El roce de Dante, que publicó Seix Barral.


viernes, 18 de julio de 2008

El escritorio del escritor

Los lugares de trabajo hablan de los trabajadores, de lo que allí se hace, de aquello que de una u otra forma se convierte en mercancía. Y, alguna veces también, en obra de arte.

Después de leer El buda de los suburbios, yo pensaba que Hanif Kureishi era un escritor de bar. Sin embargo, con Intimidad y Mi oído en su corazón empecé a sospechar que podía tener un escritorio atiborrado de cosas que, al observar en detalle, dejara ver ciertas zonas del más tradicional empapelado british. Una cosa así...



El estudio de Martin Amis lo mostró ADN, en una entrevista publicada hace algunos meses. Excepto por la silla, que me recuerda a las de la casa de mi abuela, no cambiaría un solo detalle...


La guarida de Graham Swift es tan perfecta como su prosa, aunque demasiado fría para mi gusto. Quizá allí escribió El país del agua y Últimos tragos. Pero yo prefiero creer que en esa oficina de detective privado alumbró La luz del día, su novela "casi negra".



Virginia Woolf no deja dudas. La autora de Orlando ¿podría haber tenido un escritorio que no fuera éste?


Todas las fotos las tomé del informe especial Writers' Rooms que publicó The Guardian y en el que aparecen también las habitaciones de Rudyard Kipling, Roald Dahl, Bernard Shaw y muchos otros.

La nota me recordó la habitación del hotel Ambos Mundos en La Habana, donde Ernest Hemingway escribió Por quién doblan las campanas. Estuve ahí en enero del 2000 y unos días antes Ricardo Piglia había pasado por el mismo lugar. Su firma en el libro de visitas recuperaba una de sus antiguas pasiones y decía algo así como: "Una habitación de hotel es el mejor lugar para escribir una novela. Y ésta debe ser una de las mejores habitaciones para hacerlo".


Tras su paso por el Ambos Mundos, Hemingway alquiló la Finca Vigía, en las afueras de la capital cubana. En Islas a la deriva aparece una descripción del trayecto desde esa casa hasta el centro de La Habana que es uno de los textos más precisos y emotivos que he leído jamás. La Finca, hoy convertida en museo, es una casa tradicional de los años '20, a la que Hemingway le agregó una torre de tres pisos, independiente del edificio principal, en cuyo último piso él tenía su estudio.

La casa está repleta de parafernalia del autor de Fiesta: bibliotecas enteras, trofeos de caza, armas, cuchillos y botellas con bebidas que tienen más de 60 años. En el parque, además de las tumbas de sus amados perros, está el famoso yate de pesca con el que se aventuraba por el Caribe: el Pilar. ¿Hace falta que diga que el escritorio del Viejo, en lo alto de su torre, sigue siendo mi preferido?

miércoles, 16 de julio de 2008

Mamihlapinatapai. Una mirada

Vía El hombre que comía diccionarios me entero que mamihlapinatapai es una de esas palabras hermosas que se perdieron con las lenguas cortadas durante la conquista de América. Pero además de su belleza, este vocablo propio de los Yámanas (uno de los pueblos originarios de la Tierra del Fuego) tiene la particularidad de aparecer en el siempre bizarro Libro Guinness de los Récords como "la palabra más suscinta del mundo". Su significado es a la vez extraño y familiar: se refiere a "una mirada entre dos personas, cada una de las cuales espera que la otra comience una acción que ambos desean pero que ninguno se anima a iniciar".


La Isla de los Pájaros, tierra Yámana en pleno Canal de Beagle


¿Qué acciones abarcaría esta definición? ¿Se mirarían dos yámanas antes de asaltar una presa de caza? ¿Al comenzar a remar para impulsar sus canoas? ¿O antes de tener sexo? ¿Mamihlapinatapai describiría una situación frecuente, o algo excepcional? Es difícil saberlo. Lo cierto es que la palabra implica un alto nivel de abstracción, además del poder de síntesis destacado por los Guinness boys.

El rescate de la lengua yámana se lo debemos en gran parte a Thomas Bridges, uno de los misioneros de la Patagonian Missionary Society que se preocupó por aprender el idioma de los nativos y escribió un primer diccionario yámana-inglés que incluía más de 30 mil términos. Bridges también fundó el primer asentamiento cerca de lo que hoy es Ushuaia.

Pero antes de la llegada de los misioneros, hubo un experimento de evangelización bastante más cruel. En Patagonia: mitos y certezas, Alejandro Winograd cuenta la historia de los cuatro yámanas que fueron secuestrados y llevados a Inglaterra por el capitán Robert Fitz Roy en su primer viaje al Atlántico Sur a bordo del Beagle, en 1830. Se trataba de tres hombres y una nena, que fueron rebautizados por la tripulación como Jemmy Button, York Minster, Boat Memory y Fueguia Basket. Meses después, dos de los varones (Boat Memory murió de viruela antes de llegar a Europa), y la chica desembarcaron en Londres. Allí, vestidos a la moda europea y con un rudimentario inglés aprendido durante la travesía, se entrevistaron con los reyes Guillermo IV y Adelaida de Sajonia.

La prensa se hizo eco de la exótica transculturación puesta en marcha por el capitán del Beagle, un exponente de la alta burguesía británica y cristiano fundamentalista. Desde este lugar y siguiendo el paradigma antropológico de la época, Fitz Roy había supuesto que los yámanas debían ser incluidos en un proceso de "civilización" que fusionara aspectos educativos y religiosos.

Sin embargo, el proyecto debió enfrentar el reclamo de voces humanitarias -predecesores de los actuales defensores de los derechos de migrantes y refugiados- que se oponían a la exposición de los indios como fenómenos de circo. La presión fue tal que Fitz Roy decidió acelerar el regreso de los yámanas a la Tierra del Fuego y los incorporó a su viaje de 1831, otra vez a bordo del Beagle. Esta vez, los yámanas contarían con un excepcional compañero de travesía: el joven naturalista Charles Darwin, cuyas discusiones con Fitz Roy -acérrimo defensor de las teorías creacionistas- se convirtieron en una expresión más del clásico clima de época.

Los tres yámanas sobrevivientes fueron devueltos a sus islas y poco más se supo de ellos, hasta que en 1834 el Beagle, de regreso a Inglaterra, volvió a pasar por las islas. Allí se reencontraron con Jemmy, cuyo verdadero nombre era Orundellico. El yámana conservaba un buen manejo del inglés pero había vuelto a usar su vestimenta tradicional y rechazó todos los ofrecimientos que le hicieron para volver a Europa.


El Chaltén, rebautizado Fitz Roy, en Santa Cruz.


Más de veinte años después, Orundellico fue acusado de organizar una rebelión contra la primera misión evangelizadora que la Patagonian Missionary Society montó en las islas. Como resultado del ataque de los yámanas -a los que todos los cronistas describen como absolutamente pacíficos, pero que imagino estarían hartos de ser objeto de experimentación- el grupo de misioneros británicos fue masacrado en su refugio de la bahía de Wulaia. Jemmy murió en 1863. Poco después, uno de sus hijos siguió sus pasos y visitó Inglaterra guiado por otro misionero, Waite Stirling.

La historia de Orundellico, o Jemmy Button, fue contada por Bruce Chatwin en el increíble Patagonia. La escritora argentina Sylvia Iparraguirre también le dedicó su novela La Tierra del Fuego. Y lo más extraño de todo: husmeando en la red para escribir este post me encuentro con que el bueno de Jemmy pronto tendrá una película, realizada por dos productoras chilenas.